General Felipe Ángeles
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La batalla de Zacatecas(Diario de campaña)
Felipe Ángeles

 

El general Felipe Ángeles vio en la de Zacatecas una acción de armas que se desarrolló como había aprendido que debían ser las batallas. Su regocijo —además de la victoria— se explica por la idea, generalizada entre los militares de profesión, de que la batalla es el acontecimiento por excelencia de la guerra, cuyo desenlace puede definir todo el conflicto. Desde la perspectiva de Ángeles, la batalla de Zacatecas fue decisiva.

 

[…] ¡qué corrección y qué armonía en la colocación de la infantería y la artillería! La artillería obrando en masas y con el casi exclusivo objeto de batir y neutralizar las tropas de la posición que deseaba conquistar la infantería […].
Y sobre esta concepción teórica, que resumía en grandes lineamientos la batalla, veía yo acumularse los episodios que más gratamente me impresionaron: la precisión de las fases; el ímpetu del ataque; el huracán de acero y plomo […].

El texto que aquí presentamos son los apuntes que el general Ángeles hizo en su diario personal en torno a la preparación, el desarrollo y las consecuencias de la histórica batalla de Zacatecas, entre el 17 de junio y el 8 de julio de 1914.

 

 

Felipe Ángeles en la Revolucion. Biografía
Federico Cervantes

 

Ángeles fue técnico notable, probo ciudadano, fiel defensor de la legalidad y representativo del maderismo, que es democracia. Combatió con heroísmo por los ideales populares; amaba al pueblo que sufre; representó la convicción revolucionaria y el espíritu democrático que no claudica. Fue hombre virtuoso, fue hombre de acción, fue hombre completo.
¡Porqué la Revolución necesita justificarse con semejantes hombres!
Fiel al recuerdo de quien fuera maestro de la juventud; del hombre modelo en quien, mejor que en los demás, descubrí no sólo cultura superior sino grandeza de alma; discípulo, amigo y jefe del Estado Mayor del único hombre completo, del superhombre contemporáneo que me haya inspirado verdadera admiración porque inculcaba ciencia y bondad y en quien, como rara virtud de los hombres, encontré la más grandiosa ecuanimidad; para ese gran revolucionario, demócrata socialista que murió sin odios, con el estoicismo, la sencillez y la serenidad de Sócrates, presento, reverente, el homenaje modesto de esta biografía.

 

 

Felipe Ángeles
Begoña Hernández y Lazo / Ramiro González

 

Felipe de Jesús Ángeles Ramírez nació el 13 de junio de 1868 en Zacualtipán, Hidalgo. En la casa familiar tuvo un ejemplo permanente de rectitud y patriotismo, pues su padre fue un hombre con ideas liberales que luchó contra las intervenciones de Estados Unidos (1846-1848) y Francia (1862-1867). El joven Felipe Ángeles se formó como cadete en el Colegio Militar de Chapultepec, destacando particularmente en matemáticas; de ahí egresó en 1892, iniciando una carrera sobresaliente por sus conocimientos técnicos.
Al inicio de la Revolución, el oficial Ángeles se encontraba en Francia y, al llamado de Francisco I. Madero, regresó al país para tomar la dirección del Colegio Militar. Durante el agitado gobierno maderista a causa de las intrigas de las facciones porfiristas y las rebeliones de las fuerzas revolucionarias, el general Felipe Ángeles fue comisionado para enfrentar a los zapatistas, campaña que lo cambió radicalmente, ubicándolo en el bando por el que lucharía el resto de su vida.
Luego de los eventos de la Decena Trágica fue exiliado a París, de donde más tarde volvió para incorporarse al constitucionalismo. En la División del Norte, comandada por Francisco Villa, el general Felipe Ángeles puso en práctica todos sus conocimientos militares. El genio intuitivo de Villa y la capacidad militar de Ángeles propiciaron la victoria en batallas que definieron el triunfo constitucionalista ante los federales huertistas: Torreón y Zacatecas. La relación entre Villa y Ángeles definió en gran medida la imagen que de la División del Norte y del villismo se tiene hasta la fecha.

 

 

Cómo fue el ataque a Zacatecas
Federico Cervantes.

 

Federico Cervantes Muñoz Cano nació en Oaxaca en 1883. Fue estudiante del Colegio Militar de Chapultepec, en donde se tituló de ingeniero. Por acuerdo de Porfirio Díaz fue enviado a Francia para estudiar “cuestiones de aeronáutica”. En 1912 regresó a México con el fin de participar en las acciones contra la rebelión orozquista, pero Felipe Ángeles, recién nombrado por Francisco I. Madero director del Colegio Militar —en cuyas aulas Cervantes conoció a Ángeles en 1904 y fue su discípulo en el área de matemáticas—, lo retuvo a su lado en esa institución. Luego, a instancias de éste, Madero decidió enviar nuevamente a Cervantes a París, a la Escuela Superior de Aeronáutica, con el compromiso de que, a su regreso, estableciera una escuela de aviación en nuestro país; pero el asesinato del presidente Madero y la incorporación de su exprofesor a la lucha revolucionaria contra Huerta determinaron otro derrotero para Federico Cervantes, quien solicitó su baja del ejército debido a que sus convicciones eran “antagónicas de la existencia y de los procedimientos” del régimen huertista, y en diciembre de 1913 regresó de París para unirse a la Revolución al lado del exdirector del Colegio Militar. Ya en las filas de la División del Norte estuvo en los inicios del uso de aeroplanos por este cuerpo de ejército.
Federico Cervantes fue representante personal de Felipe Ángeles ante la Soberana Convención Nacional Revolucionaria que se reunió en Aguascalientes. Ascendió a general de brigada bajo el gobierno de la Convención, y fue ministro de Comunicaciones en el gobierno convencionista provisional del Francisco Lagos Cházaro. A la derrota de la Convención, logró llegar a la frontera y refugiarse en Estados Unidos, donde se encontró nuevamente con Felipe Ángeles, a quien trató de convencer de no volver a internarse en México, sin lograrlo. Tras el fusilamiento de este general en Chihuahua, en 1919, Cervantes vivió desterrado en Estados Unidos hasta la caída de Carranza en 1920, cuando regresó al país.
Dada su cercanía y estimación hacia quien fuera su maestro y superior, Federico Cervantes se dedicó a escribir la biografía más extensa y completa que se haya publicado en el siglo XX sobre Felipe Ángeles, editándola a partir de 1942 en diversas ocasiones, la mayoría de ellas con fondos propios. Murió en la Ciudad de México en 1966.

 

 

Proceso de muerte del sr. gral. Felipe Ángeles
C. Gómez Peña y Benjamin Herrera Vargas

 

En palabras de los autores de este libro, C. Gómez Peña y Benjamín Herrera Vargas, ningún acontecimiento de los últimos años de la Revolución Mexicana conmovió tanto a la nación como el fusilamiento del general Felipe Ángeles. Antiguo director del Colegio Militar de Chapultepec, Ángeles fue hombre leal a Francisco I. Madero y, ante la usurpación de Huerta, se afilió a las fuerzas constitucionalistas encabezadas por Carranza; en ellas se integró a la División del Norte dirigida por Francisco Villa.
Ángeles y Villa formaron una de las mancuernas más célebres del movimiento revolucionario. Bajo sus órdenes se lograron victorias cuyos ecos aún perduran tras las batallas de Torreón y Zacatecas. Al triunfo del constitucionalismo Villa y Ángeles se separaron y este último se exilió con su familia en Estados Unidos. Su último retorno a México perseguía el propósito de contribuir a la pacificación del país; sin embargo, eran muchos los interesados en erradicar todo pensamiento y acción contrarios a las decisiones del entonces Jefe del Ejecutivo, Venustiano Carranza. La traición desempeñó un papel central en la aprehensión del general Ángeles, quien fue capturado en su último refugio: una cueva en la Sierra Nonoava en Chihuahua. Luego de ser capturado, fue conducido a un cuartel de la capital de ese estado, donde fue sentenciado a muerte y fusilado el 26 de noviembre de 1919.
Al escribir esta obra, los autores mencionados siguieron la intención de “referir tan sólo los hechos, tomando los datos de fuentes oficiales” —periódicos de Chihuahua así como testimonios de algunos testigos presenciales—, para con ello informar a los mexicanos de los acontecimientos que rodearon el Proceso de muerte del sr. gral. Felipe Ángeles.

 

 

General Felipe Ángeles
Alberto Calzadíaz

 

Aclara Alberto Calzadíaz, autor del presente libro, que estas memorias son hechos reales de la Revolución narrados por jefes y oficiales que no deben ser olvidados. Entre ellos Miguel Alessio Robles, Carlos N. Durazo, Jesús Arias Sánchez y varios más referidos por el general de brigada Enrique León Ruiz. A través de los testimonios de quienes conocieron al general Felipe Ángeles, Calzadíaz nos lleva de la mano para describir su carrera militar y su importante participación al lado de Francisco Villa. Cadete egresado del Colegio Militar, Ángeles fue comisionado en varias ocasiones al extranjero; maderista al inicio de la Revolución estuvo luego bajo las órdenes de Venustiano Carranza, quien le ordenó presentarse ante Villa para colaborar en las campañas de la División del Norte.
Felipe Ángeles se convirtió así en compañero y consejero del Centauro del Norte; hombre íntegro y honorable siempre expuso sus opiniones, aunque fueran contrarias a las de éste. Su participación en las batallas de Trinidad, Aguascalientes y Zacatecas dejó huella indeleble en el villismo. Por testimonio de León Ruiz sabemos de la opinión de Villa sobre Ángeles, expresada al psicólogo norteamericano Frazier Hunt durante una entrevista:

Usted, señor Hunt, ha tenido palabras de mucho elogio para la División del Norte. Pues bien, todo el éxito se lo debí a él, Felipe Ángeles. Organizó los batallones, los regimientos, las divisiones, la artillería, y el cuerpo del servicio sanitario. Los cuerpos de zapadores. Comunicaciones. Un hombre muy educado, instruido en la ciencia de la guerra. Todo se lo debí al general Ángeles. Una gloria de mi raza. Eso fue Felipe Ángeles. Un hombre muy bueno a quien debo gran parte de mis conocimientos militares. Valiente, honrado, de buen corazón. Un hombre a quien yo quise mucho…

 

 

Última modificación:
  Jueves 3 de marzo de 2022 15:22:57 por


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